martes, 10 de noviembre de 2009



Puede ser que sea todas las mentiras que he dicho, todos los libros que he leído, todo el cine que no he querido compartir con nadie, todo lo que he escrito, toda la sangre de mi espíritu -que es mayor y más corrosiva que la de mi cuerpo- , todos los colores de mis calcetines, todas las sábanas en las que no pude dormir, todos los cafés que me despertaron, todo el tabaco de mi suicidio.

¿Qué es la vida? dímelo tú. ¿Quién soy yo? a veces dudo.
Niego la linealidad del tiempo, porque a medianoche el pasado me visita. Ahora te veo, ahora no te concozco, mañana tal vez no estés, el futuro quizás no quiera contarme qué fue de nosotros. Tal vez sea el destierro, el no pertenecer a ninguna parte, el ser una mujer sin tierra ni suerte. Ahora tengo diez años menos, hace cinco minutos tenía diez años más. Muero unas veinte veces al día, menos de las que vuelvo a nacer y, sin embargo, respiro. La soledad me confirma y tu ausencia me reafirme. Lloro y río con el estómago, con dolor, sin permiso. Naufrago y me digo "no hay que preocuparse, tengo un plan". Pero lo cierto es que no lo tengo, aunque crea que lo tuve, aunque crea que en algún momento lo tendré.


Puede ser que sea todas las verdades que nadie te ha dicho, todos los libros que no has leído, todo el cine que has compartido, todo lo que aún no te he escrito, toda la sangre de mi cuerpo -que, aunque lo intenta, no puede competir con la de mi espíritu-, todos los agujeros de mis calcetines, todas las sábanas en las que dormiste, todos los cafés que no llegaste a tomar, todo el tabaco de tu suicidio.

4 comentarios:

Abraham dijo...

Otro ensayo más que merece la pena ser leído.
Lo que soy realmente es un ser que vaga por el mundo; en respuesta a tu pregunta, sí, estoy matriculado en Filosofía. Un saludo.

Heimdall dijo...

En un grisaceo mar de dudas que choca contra si mismo una y otra vez nos encontramos perdidos y desorientados. Hechamos la cabeza a la superficie y enseguida notamos como el poderoso viento de la viento de la vida nos azota la cara, empujándonos cada vez más al fondo, al abismo de la existencia. Si no hacemos frente a nuestras dudas, a nuestros temores, estos nos comerán y vagaremos por el mundo sin el brillo que la ingenua mirada de un inocente niño puede proporcionar a su abuelo.
Vive y sueña y ante todo camina con el paso que los años nos proporciona porque ese andar, somos nosotros...
Un saludo y perdona, necesitaba airarme otra vez de lenguaje.

Javier dijo...

Encantado también de descubrir tu espacio

¡Si, poesía ante todo!

No dejes de escribir

Anónimo dijo...

ME HA GUSTADO Mucho sinceramente. Escribes muy bien. me alegra haber encontrado tu blog.
Por cierto, soy Rosalía la de clase!!!jeje