viernes, 8 de abril de 2011


Son esas cosas que nadie ha de saber las que más me unen a ti. Tu escurridiza indiferencia hacia las cosas importantes te implica en las más reales y honorables batallas. Guerrillera de papel y tinta, de voz y boca, de asfalto y cenicero. No me mires así, no sé de qué te sorprendes.
Porque la tinta de todos los bolis acaban por derramarse en tus manos, y tus dedos amasan palabras nacidas para devorar. Qué poco te importa lo que pudo haber sido y cuánto te preocupa lo que aún queda por hacer. Callas e invitas a la conversación. Insisto, no sé de qué te sorprendes.
Que me paso la vida describiendo, que vivo cautivo de la adjetivación, que me aferro a unos zapatos viejos, a alergias caducas, prudencia que no produce. Me invitas, me tientas, a la intensidad verbal, al querer decir sin decir nada, a la automedicación preventiva, a la sorpresa de la biyectibidad.
“Que tengas un buen día”. Acepto el reto.

martes, 1 de diciembre de 2009

fantasmas


A medida que pasa el tiempo vamos acumulando fantasmas. Son espectros con piel, ojos y nombre que ya no comparten nuestro escenario. Regresan cuando menos lo imaginas y te devuelven a un pasado compartido, secreto, lejano.

Un día ocurre que rompes con la rutina de no hacer nada, y se suceden horas de intensa actividad. Hoy tuve uno de esos días, al acabar me siento mareada, y un nosequé recorre mi cuerpo. Es tu visita, mi querido espectro de sonrisa de ensueño, de ojos de mar y anatomía distante. Y me imagino como será ese momento, el tuyo, en el que un nosequé recorra tu cuerpo, y mi presencia fantasmagórica te visite, y te haga parpadear de un modo más lento, saber que mi recuerdo te envuelve de pronto, sin haberlo tú llamado.

martes, 10 de noviembre de 2009



Puede ser que sea todas las mentiras que he dicho, todos los libros que he leído, todo el cine que no he querido compartir con nadie, todo lo que he escrito, toda la sangre de mi espíritu -que es mayor y más corrosiva que la de mi cuerpo- , todos los colores de mis calcetines, todas las sábanas en las que no pude dormir, todos los cafés que me despertaron, todo el tabaco de mi suicidio.

¿Qué es la vida? dímelo tú. ¿Quién soy yo? a veces dudo.
Niego la linealidad del tiempo, porque a medianoche el pasado me visita. Ahora te veo, ahora no te concozco, mañana tal vez no estés, el futuro quizás no quiera contarme qué fue de nosotros. Tal vez sea el destierro, el no pertenecer a ninguna parte, el ser una mujer sin tierra ni suerte. Ahora tengo diez años menos, hace cinco minutos tenía diez años más. Muero unas veinte veces al día, menos de las que vuelvo a nacer y, sin embargo, respiro. La soledad me confirma y tu ausencia me reafirme. Lloro y río con el estómago, con dolor, sin permiso. Naufrago y me digo "no hay que preocuparse, tengo un plan". Pero lo cierto es que no lo tengo, aunque crea que lo tuve, aunque crea que en algún momento lo tendré.


Puede ser que sea todas las verdades que nadie te ha dicho, todos los libros que no has leído, todo el cine que has compartido, todo lo que aún no te he escrito, toda la sangre de mi cuerpo -que, aunque lo intenta, no puede competir con la de mi espíritu-, todos los agujeros de mis calcetines, todas las sábanas en las que dormiste, todos los cafés que no llegaste a tomar, todo el tabaco de tu suicidio.

martes, 27 de octubre de 2009


Padezco de nieblas cerebrales que me animan a abrazar todo lo que una persona sana desaconsejaría. Ciertamente tiendo a evitar lo sencillo, y en la mayoría de los casos mis fantasías acaban retozando en complicaciones que atentan insistentemente contra mi estado cardíaco. Insisto una y otra vez en no optar por soluciones inteligentes, me empecino en lo no fiable, en lo que carece de garantías y de unos mínimos de seguridad. Me adentro en los misterios del universo arracional sin temer a la soledad ni a la compañía. Si puedo escoger bien, no lo haré, porque el tumor de la equivocación crece y crece cada día más y ningún médico me ofrece curación. Mis medidas son los excesos y en los límites no me siento extraña. La serenidad es ese país extrangero que nunca he visitado y cuyo billete no me puedo permitir. En lo absurda que resulta la expresión de mi cara que no clarifica, ni dice sí, ni dice "no", es donde me reúno contigo, para esconderme delante tuya, para desconcertar, para echarme luego las manos a la cabeza. Dime dónde estoy, y con suerte, tal vez, algún día, me encuentre. Entre el "estar" y el "ser", se escurre la vida, sin que puedas hacer nada por prolongar su olor, su tacto, su sabor.

martes, 22 de septiembre de 2009


Es curioso, mi mente y mis pensamientos fluyen ágiles a vertiginosa velocidad, es curioso, mis palabras y mi voz tropiezan en torpes intentos.

Recorro mi escritorio de punta a punta, examino cada uno de los lápices y bolígrafos que yacen desperdigados y desafiantes. La grapadora sin grapas, vasos a medio beber de otros días que recogen el polvo y otras curiosidades, cenizas que atravesaron las fronteras del platito de cerámica “recuerdo de Barcelona”…

Un, dos, tres… concentración, vamos, concentración…

Pero mi voluntad se niega a sumirse bajo seriedades. Y entonces recuerdo que tengo que renovar el DNI, sí, para estar bien matriculada como una buena ciudadana, también tengo que regar la cebrina…

Te escucho, del otro lado de la pared, abrir la puerta de la nevera, tintineos de cristal, ¿qué estarás buscando?, cerrar la puerta y estornudar. Siempre te digo que no bebas directo del cartón de la leche, y sin embargo, nunca te he dicho que me gusta tu nariz. Sí, cuando lees concentrado alguno de esos artículos que a ti te gustan me dejas fascinada con ese sutil movimiento de nariz que acompaña a tus pupilas de un renglón a otro, y tu boca se acomoda como si fuera a emitir una secuencia infinita de “os”.
También me gusta esa costumbre que tienes de abrir cada día el buzón, aunque sepas que no vas a recibir ninguna carta milagrosa que te brinde la posibilidad de cumplir tus sueños, aunque sepas que no habrá ningún sobre medicinal que traiga un porvenir seguro… aún así, me impresiona este tu ritual de abrir, sacar publicidad de pizzerías y facturas insanas y volver a cerrar, y así cada día, le das un nosequé místico que haces que te quiera un poquito más sin motivo.

lunes, 31 de agosto de 2009


Me convertí en lluvia y me escurrí en tu horizonte, que estaba algo desenfocado. Las palabras retorcieron toda la humedad y acabé con el bello erizado. Conseguí cambiar de estado, de líquido a sólido, puro hielo que gustas derretir con el silencio bien administrado, suave, ése que no molesta, el que construye y adormece el dolor. Sonríes porque nunca dije : "cambio nitidez por abrazos".

sábado, 27 de junio de 2009




Porque es más valioso el beso que no te doy y te pertenece, que todos los que he dado. Porque los besos que di eran besos desvalidos, agónicos, desfallecidos, anémicos de amor. El beso que te pertenece, pero que sólo yo custodio, no necesita de tu conocimiento para saberse verdadero.

Pienso en ello en la intimidad de quien se sabe seguro y a salvo de cualquier mirada indiscreta. Pienso en ello, lo valoro, lo arrullo… o es ello lo que me arrulla a mí, y me envuelve, y me eleva, y me expande y me traslada en la quietud, a mí, a ese ser estático que a tus ojos calla, calla peligrosamente la verdad, su verdad.